la Evolución
Industrial

Un cambio de la Revolución Industrial a la Evolución Industrial

Hace tres millones de años, nuestros antepasados ​​fabricaron sus primeras herramientas a partir del pedernal.  Probablemente no tenían nada más a su alcance. Desde entonces, la transformación de las materias primas en productos ha seguido siendo una actividad que requiere mucho tiempo y mano de obra. Los productos se consideraban algo  valioso y se utilizaban durante el mayor tiempo posible. Reparar lo que se rompía era lo normal.

No fue hasta el comienzo de la Revolución Industrial, alrededor de 1750, que la producción artesanal empezó a reemplazarse por la producción a gran escala y el comercio empezó a lucrarse del consumo masivo. En las últimas décadas, la reubicación de las fábricas en países con salarios bajos se traduce en precios siempre a la baja en el comercio minorista y en un deterioro de la percepción de lo qué es el valor. Los productos se han degradado a cosas y la moda es de usar y tirar. Hoy en día, suele resultar más barato comprar un producto nuevo que repararlo. 

A la gente le gusta lo que compra, pero solo unos pocos aprecian realmente lo que tienen. Las empresas no dejan de introducir nuevas tendencias y producir productos todavía más baratos, mientras que los consumidores reemplazan estos productos a un ritmo cada vez mayor. El consumo excesivo está teniendo un gran impacto en las personas, la naturaleza y el medioambiente. Es una espiral a la baja que solo pueden detener los propios consumidores, al elegir productos mejores y menos perjudiciales para el medioambiente; con una vida útil más larga y mayor significado para los usuarios.


En lugar de productos “más baratos y de peor calidad”, los productos nuevos deberán ser intrínsecamente “mejores, más sostenibles y más valiosos”.

En lugar de productos “más baratos y de peor calidad”, los productos nuevos deberán ser intrínsecamente “mejores, más sostenibles y más valiosos”. Esto significa que los diseñadores de productos nos tenemos que concentrar en mejorar los  productos y eliminar sus desventajas. Solo así la industria puede contribuir a crear una sociedad sostenible. Imprescindible si queremos un planeta equilibrado. Esto es lo que llamamos Evolución Industrial: la continuación inevitable de la Revolución Industrial.

Nosotros, Marianne y René, fundadores de Secrid, trabajamos como diseñadores de productos industriales tanto en moda como en tecnología desde 1985. Durante los últimos 35 años, hemos experimentado como este campo creativo se ha vuelto cada vez más efímero. La velocidad y la originalidad parecen haberse vuelto gradualmente más importantes que las mejoras meditadas. Además, debido a la producción en masa en países más desfavorecidos, Occidente ha optado unánimemente por precios bajos y, por lo tanto, bajos estándares en el campo del derecho laboral, el medioambiente y la calidad. El desarrollo de un nuevo producto es un proceso complejo que, a menudo, implica miles de decisiones. Faltan buenas directrices para encauzar estas decisiones. Este tema nos intriga mucho. Es por eso que llevamos estudiándolo desde 1995.  Llamamos a los resultados de esta investigación “los principios de la Evolución Industrial”. Secrid es tanto nuestro campo de prueba como nuestra plataforma para compartir estas ideas con el resto del mundo.